Gitano

lunes, 1 de febrero de 2010
Nota: texto que me pidió hacer una amiga, hace ya algún tiempo...



Cante jondo dedicado a la mujer…


“Esa voz rota me rasgaba la piel de los sentidos. Unas lágrimas quedaron suspendidas en mis pestañas, mientras Antoñito de la Peña, con Manolo de Antequera a la guitarra, crujía de cante jondo la taberna...antes de que me diera cuenta, un quejido me había traspasado por completo, a la vez que sus ojos gitanos, romanís...me robaron el alma...”


Cambió la cejilla el de Antequera y la guitarra amoldó voz para la siguiente pieza. Las damas de la esquina esperaban, con los labios entreabiertos y los canales de los pechos brillantes a causa del sudor. El calor abrasaba cuerpos...

Aquella taberna-colmao era de las mejores de la ciudad. Sus sillas de madera, pintadas en rojo y con motivos de bailaoras, rendían homenaje a unas mesas donde unos morenos flamencos rejoneaban de arte al aire. En el techo, unos focos contrastaban casi indecorosamente con el ambiente andaluz que se vivía en aquella ilustre plaza gaditana, donde un generoso tablao regía las masas exultantes que ofrendaban aplausos. El suelo pulía solerías embestidas de oro y carmín, y unas exóticas cenefas gritaban a unas paredes pintadas en color vainilla...El alma apretaba las cinturas, y el color del alcohol vaporizaba esencias de mujer...

Antoñito de la Peña, el gitano, lucía unos morenos brazos que pareciera brillaban en ébano a contraluz. Brazos delgados y cuerpo enhiesto, esbelto. Duro y apretado...suave. El rojo de sus labios pinzaba las miradas femeninas, manteniéndolas apartadas –con esfuerzo- de unos ojos negros que semejaban noche...noche agitanada, del olor de alcaravea y anis...del color del cardamomo y sonido de clavo espurreado...sabor a tí...mujer...

En aquella sensual algarabía -al-´arabiyya- que precede al bailaó de tablao y al tronar de un flamenco andaluz, un cosquilleo asoma en el moreno y suave vientre de mujer...una caricia sugiere voluptuosos caminos poblados de ritmo, de magia, de poder...y entonces, cuando la sensación se hace casi insoportable...un grito agitanado lame el muslo enamorado de mujer...y la pasión desenfrenada se funde en un acorde que enaltece los “sentíos”...¡Cantaor!

"¡Siente!"

“Me siento ardiente cuando miro sus negros cabellos que insuflan arte a su arte...su boca al cantar derrama sobre mis curvas -calientes-, un cúmulo de sensaciones...Gitano, me derrito en tu mirada azabache...en tu pecho desnudo de potro andaluz...¡déjame besar tus pezones negros de sabor a nuez moscada!”

“¡Cantaor agitanao!”

En el rincón, tres hermosas mujeres miraban arrobadas a aquel bello gitano que plateaba la atmósfera con su vocal de agua eterna...esa poesía quebrada y soñada que brotaba de su ser, de su maná de raza secreta, de la cálida menta que manaba de su boca, su aliento...En el rincón, una hermosa mujer cubría de caricias el vientre de su amado, en sueños, mientras el sudor corría por su pecho, por sus duros y sonrosados frutos de mujer...y sus labios temblaban...



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